Aislados del mundo

Mi primo Pedro Miguel Niño comparte esta hermosa reflexión del padre Daniel Bustamante.

Aislados del mundo:

Así he querido titular este sentir mío, que quiero compartir, y que como sacerdote he meditado ante estos días que vamos a estar aislados.

Pensaba que el mundo ha cambiado, en un instante. La humanidad se recluye en sus hogares, las calles se han vuelto silenciosas y desiertas, las grandes capitales se ven vacías, todos corren a buscar refugio, largas filas en los supermercados comprando víveres.

Cristo ha sido despreciado y crucificado, agoniza de nuevo ante una sociedad que lo ha dejado de lado. Hoy es mucho más importante tener tapa bocas, papel higiénico, víveres para meses, que un encuentro personal con Aquel que nos llama a gritos desde lo más profundo de su Corazón herido por nuestros pecados.

Ha llegado la cuaresma al mundo, Dios ha querido hacerse sentir, ha llegado un tiempo de reflexión, silencio y penitencia. Dios necesita encontrarse con nosotros, con cada uno, y nos llama por tu nombre, por nuestros nombres a que le busquemos, a que le sigamos.

El aislamiento ha de ser un tiempo de conversión, un tiempo de oración. Dios te invita a cerrar la puerta de tu habitación, vivir un tiempo recogido, silencioso… donde puedas darte cuenta de qué es lo verdaderamente importante.

Silencio… portero de la vida interior. Tanto ruido nos aleja de una mirada interna a nuestra alma, a nuestra vida, a mirar nuestro paso por esta tierra como un itinerario de salvación, de encuentro con Aquel que murió por cada uno para darnos vida, y no cualquier vida, sino Vida Eterna. Quien nos puede dar Vida Eterna sino Aquel que pende de una Cruz esperando nuestra respuesta.

Aislarse es mirar para adentro, como crecen las plantas en el invierno, es meditar ese profundo silencio que un sábado reinó en el Golgotha, ante el cuerpo inerte del crucificado, que lo dio todo por nosotros… un silencio azul, como el azul del mar profundo.

Un sábado silencioso: Cristo descansando en la soledad del sepulcro nos ganaba la redención. Y un domingo amaneció el Sol, la Vida Nueva que disipó las tinieblas, y que revestido de la luz de la Resurrección nos dio esperanza.

Pero los hombres hemos dejado de mirar la Luz, hemos dejado de creer, resolvimos confiar en el mundo, criticamos al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, buscamos un dios a nuestra medida, vivimos según queremos o nos pide la filosofía de moda.

Aislarse es un tiempo de conversión, porque hay Esperanza, no de descanso y no hacer nada.

Ve, aíslate, pero contágiate... contágiate de ese Amor que Cristo en la Cruz desea ofrecerte para hacer nueva tu vida, para darle un sentido nuevo a tu existencia.

Aíslate con la alegría de saberte amado, de vivir la cuaresma sabiendo que Dios ha querido hacerse presente en este mundo alejado y descreído que está perdiendo el rumbo.

En tus manos está la posibilidad contagiarte de este virus que se llama JESUCRISTO.

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