Muerte por el virus o por la crisis económica
Sabiendo que el tema no es nada fácil de equilibrar, ya hay muchas voces sensatas advirtiendo sobre los peligros de una cuarentena prolongada, cuyos efectos pueden ser devastadores a nivel económico. No a nivel de Colombia, sino a escala mundial.
El mensaje es el siguiente: Hay que buscar minimizar quirúrgicamente la amenaza de este virus para las personas más vulnerables, mientras maximizamos las posibilidades de que la mayor cantidad posible de población económicamente vuelva a trabajar de manera segura lo más rápido que se pueda. De lo contrario, los salarios perdidos y los despidos laborales, más el cierre de las calles, están dejando a muchos trabajadores formales e informales sin atención médica y sin medicamentos, sin dinero para pagar los alimentos, la vivienda y otras necesidades básicas. Las personas pobres y los informales, que han sufrido durante generaciones con tasas de mortalidad más altas, serán las más afectadas y probablemente las menos ayudadas, a pesar de las buenas intenciones de los gobiernos, el nuestro incluido.
La dura pero realista opinión del Dr. David L. Katz, el director fundador del Centro de Investigación de Prevención Yale-Griffin financiado por la Universidad de Yale y un experto en salud pública y medicina preventiva, es la siguiente:
Debemos salvar tantas vidas como podamos, asegurarnos de que nuestro sistema médico no se vea abrumado, pero también asegurarnos de que en el proceso de lograr los dos primeros objetivos no destruyamos nuestra economía y como resultado de eso, se pierdan más vidas.
Katz señala para el caso de Estados Unidos: "Perdimos la oportunidad de contener a toda la población”, dijo, “así que ahora necesitamos ser oportunistas estratégicos: dejar que aquellos que inevitablemente contraerán el virus y que tengan una alta probabilidad de recuperarse sin incidentes, lo obtengan y superarlo y volver al trabajo y la relativa normalidad. Y, mientras tanto, proteger a los más vulnerables”.